PARAPENTE MADRID. BAUTISMO DE VUELO

Pues nada, que ahora resulta que a mis años parece que me van las emociones fuertes y para el último cumpleaños de Rafa decidí regalarle/nos un bautismo de vuelo de parapente en Madrid. Elegí una oferta con muchas y buenas opiniones y pasé por caja. Esta tarde, casi 5 meses después, era el día elegido para realizarlo y os cuento mi experiencia.
Supongo que casi todos sabéis que el parapente es un planeador (sin motor) que consta de un ala y un arnés, cuyo despegue y aterrizaje hay que hacer a pie .
Nuestra actividad consistía en un pequeño briefing inicial y un vuelo de aproximadamente 15 minutos de duración acompañado de un piloto experto en un biplaza. Además incluía un video con gopro de la experiencia.
En cuanto al material necesario para practicarlo recomiendan calzado deportivo, como zapatillas o botas, cortavientos o ropa de abrigo y no haber comido demasiado.
Nuestro vuelo se realizó en La Muela, en Alarilla, Guadalajara. El acceso a la montaña está asfaltado hasta la cumbre y allí trabajan bastantes academias, ya que tiene un desnivel de 250m, ideal para los primeros vuelos, y al parecer es el lugar que reúne las mejores condiciones climatológicas en los alrededores de Madrid (a 90km).
Según nos contaron para despegar, volar y aterrizar en el mismo lugar se necesita una brisa constante, de entre 15 y 25 km/h. Eso sí, vimos algunos casos en que debido a que bajó la intensidad del viento se vieron obligados a aterrizar al pie de la montaña, lo cual no supuso ningún problema puesto que allí se desplazó una furgoneta para buscarles.
Y hasta aquí los preliminares. En el briefing nos colocaron el equipo y nos explicaron que en el despegue teníamos que intentar correr hacia delante sin sentarnos, ni saltar, y en el aterrizaje incorporarnos de la silla y dar unos pasos con firmeza para adelante o para atrás para evitar una caída innecesaria.
Y al lío. Brutal, en una palabra. Supongo que el viento ayudó porque tanto el despegue como el aterrizaje fueron perfectos. Rafa en cambio necesitó tres intentos para poder despegar debido a la baja intensidad del viento.
Y luego la sensación de libertad, la sensación de relajación total que produce poder volar sin ruidos disfrutando del precioso atardecer de la Alcarria sobre la ribera del Henares.
En fin, una experiencia inolvidable. Repetiremos seguro. Y el siguiente será acrobático ;). Mua!

