RESTAURANTE LA ANTOÑITA. LA POSADA DEL DRAGÓN
Ayer tocaba “Jornada gastronómica”, o sea, excusa perfecta para quedar con los amigos para tapear, cervecear y comer, que no nos gusta ni na… ;). Y elegí para ello “la Posada del Dragón”, un hotel boutique & bar en pleno barrio de la Latina que conozco hace mil años gracias a mi amigo, y muy foodie, Juanjo.
El edificio es una corrala del siglo XIX en cuyo interior se encuentran restos de la muralla cristiana del sXII que recorría la Cava Baja, una bañera de mármol que hace las veces de lavabo en los baños, un pilón abrevadero y una escalera de madera.
Junto a él está la Antoñita, antigua tienda de jabones que hace las veces de restaurante del hotel, el Bar Dragónate para tapear y a continuación mi espacio favorito, la Corrala, un encantador patio interior donde podréis leer la historia de Madrid escrita en sus balcones.
Está decorado con un gusto exquisito, un rollo tabernero castizo de azulejos blancos, hierros forjados, pizarras para sugerencias, manteles de cuadros…respetando claro está el valor histórico del edificio (la antigua muralla a través de sus suelos acristalados).
El atención es muy buena, los camareros amables y el servicio ágil.
Nuestra experiencia
En esta última ocasión nos decantamos por el menú degustación por 14,90€ (bebida aparte), que tiene en pequeñas porciones todos los platos más emblemáticos de su carta, que por cierto no es demasiado larga pero sí muy conseguida, con una original y cuidada presentación y una comida muy bien elaborada, que combina tradición con imaginación.
El menú se compone de la colección de deliciosos tomates marinados de cinco tipos con vinagreta, su sensacional croquetón de mejillón tigre (con un toque picante y jenjibre), su ensaladilla rusa, con receta recuperada de 1864 (por cierto, en esta ocasión me pareció que aunque rica era lo menos especial), sus sabrosísimos callos, y mi favorito, el brutal crujiente de rabo de toro (cocinado a fuego lento durante 8 horas) con parmentier de patata. De postre el trampantojo de pastilla jabón de la Antoñita con espuma, un guiño a su pasado como tienda de jabones, que en realidad se trata de chocolate blanco y aroma de violeta con espuma de limón, curioso en lo visual y exquisito en el paladar. Una delicia, para probar un poco de todo y comer bien.
Además de estos platos son también famosos sus chipirones, las croquetas de jamón, los huevos rotos, la tempura de bacalao…Si preferís comer a la carta os recomiendo hacer la reserva a través del tenedor, donde podréis disfrutar de un 50% de descuento en el almuerzo entre semana. Ah!. Y también tienen menú diario.
En fin, que aquí tenéis un sitio en pleno centro muy bueno, muy bonito y bastante barato. Yo desde luego pienso volver muchas veces… Pero antes, El Hierro. Mua!.