YAKITORO MADRID, BY CHICOTE.
Allí viví hace años un día del que guardo un recuerdo maravilloso y ahí repetimos ayer con unos amigos.
Yakitoro tiene dos locales en Madrid, uno en el Paseo de la Castellana y otro en Chueca, en la calle de la Reina.
Está inspirado en una taberna tradicional japonesa yakitori (de brochetas de pollo) a los que dan un toque español. Yakitoro es la adaptación by Chicote de esas brochetas y comida al carbón a la cocina española. Por cierto, no debe ser raro ver al conocido chef por ahí, a él, y a algún que otro famosillo…
Hay que ir. Tal cual. Es un sitio distinto y hay que ir. La decoración moderna, chula y con ambientazo, un espacio diáfano y bien iluminado con mesas de madera en torno a las parrillas donde se cocinan las brochetas en directo. Sus mesas son corridas así que si vais en pareja seguramente os tocará compartir. Tiene detalles ocurrentes y muy prácticos, como la nevera con hielo en el centro de la mesa, de manera que la cerveza siempre está bien fresquita, o el cubo para meter bolsos y abrigos y que no estén todo el rato incordiando.
Los camareros van uniformados con una especie de mono verde militar. El servicio en ocasiones es un poco lento pero en general bastante bien, amables y dispuestos.
Y, por fin, la comida. La carta se basa en yakitoris, brochetas cocinadas a la parrilla de la tierra, del agua, de la granja y de la finca, yakibokatas, yakiramens y ensaladas. Sus propuestas son cuidadas, diferentes, de calidad, bien presentadas, las raciones no muy grandes (para pedir en torno a 6 entre dos personas y poder probarlas los dos) y los precios ajustados (la mayoría entre 5 y 6 euros).
Nuestra experiencia
Mis favoritos: el arroz blanco aliñado con sabores de oriente, las setas, los torreznos, las brochetas de pollo frito crujiente, el tuétano de ternera asado.. y probar un poco de todo cada vez.. Eso sí, el arroz siempre!!.
No es comida fusión de autor altamente elaborada pero sí cocina fusión de nivel para todos los bolsillos. Igual los muy pros pueden esperar más pero tampoco les va a decepcionar.
Mi conclusión. Bueno, bonito (nada del otro mundo) y barato (al menos no caro).
En fin, que hay que ir, al menos una vez. Y yo mañana viajo al pasado para hablaros de Lisboa. Mua!